martes, abril 11, 2006

¡Mira, el Señor ha Resucitado!

Image hosting by Photobucket¡Mira, el Señor ha Resucitado! (Juan 20,1-18)
Por Lupita Vital Cruz

Con el dolor, el ser humano por lo regular se desconcierta, su mente se turba y el corazón se perturba por tantos sentimientos encontrados. Por lo tanto se pierde el control y se entra en un estado emocional crítico. Todo se ve negro y el pensamiento es un manojo de contrariedades. En la actualidad a esta situación le llamamos crisis.

Los discípulos y discípulas de Jesús, vivieron este estado de contrariedad emocional. ¿Pero quién no lo iba a vivir ante la muerte tan escandalosa de su joven Maestro? No era posible que Jesús hubiera muerto, así tan rápido, sin un juicio justo, todo aprisa sin consideración ninguna. ¡Que terrible noche de dolor y pena! Les habían arrebatado de golpe la vida misma. Y esto no se vale.

Y se repite lo mismo entonces y ahora, cuando la persona esta turbada tiene miedo, y lo único que desea es desaparecer, no quiere ver a nadie pierde su valor y deja de funcionar normalmente. El abismo es tan grande que no se ve la salida. Todas las personas han experimentado, la pérdida de un ser querido. Por lo tanto se entiende muy bien el estado emocional de los/las amigos(as) de Jesús.

En tales circunstancias, siempre hay una persona que ve más allá y sale adelante. María Magdalena, sin buscar quién la acompañe y a toda prisa sale al encuentro de la tumba de Jesús. ¡Total no tenía ya nada que perder! Pero, que sorpresa, encontró la tumba vacía. Encontrar el sepulcro sin el cuerpo de Jesús no era buena noticia. Imagínate, primero la muerte tan aparatosa y ahora se habían robado el cuerpo. Así que María Magdalena regreso a dar la terrible noticia a los ya desalentados discípulos(as). Todo sucedió de madrugada, nos podemos imaginar la desesperación con la cual los amigos(as), de Jesús deseaban que amaneciera.

La mañana llego, gloriosa, brillante y hermosa. La Resurrección, el poder y la presencia amorosa de Dios se hicieron presentes en todo su esplendor. María Magdalena que amaba tanto a Jesús, fue la primera persona que tuvo esta maravillosa experiencia de descubrir que su Señor estaba vivo y creyó. Valió la pena salir corriendo y encontrar a Jesús. Creo que se decía la Magdalena para sus adentros.

Para las primeras comunidades cristianas, la Resurrección fue más que un milagro. Su Señor que había sido crucificado y puesto en una tumba, los confrontó como un Dios vivo y los retó a salir de su cobardía.

En esta Semana Santa, debemos hacernos las siguientes preguntas y contestarlas desde el corazón:

¿En estos tiempos de qué forma nos invita Jesús a resucitar y dejar todo lo que nos evita ver la luz? ¿Es nuestra forma de vida como la de María Magdalena que deja sus miedos y corre al encuentro de Jesús? ¿Es la mujer en la actualidad, una persona respetada y tratada con dignidad? ¿Qué mujeres ten han ayudado en la vida a encontrar a Jesús, como lo hizo María Magdalena?

Todas las personas, estamos llamadas a correr al encuentro de Jesús. Por lo tanto, seamos como la valiente María Magdalena que no le importo la hora ni la oscuridad ni mucho menos su turbación. Por el contrario lanzó al encuentro de Jesús…y su sorpresa fue verlo Resucitado.

En este tiempo, tan violento y deshumanizado, donde la sociedad no encuentra la salida. Giremos nuestro corazón hacia la tumba vacía y encontraremos la invitación de Jesús a luchar por la paz y la justicia, solo ahí encontraremos la luz del Resucitado.

jueves, abril 06, 2006

Viernes Santo; Jesús Vestido Rojo

Crucifix by John Singer Sargent (d. 1925), found at Sargent Hall in the Boston Public LibraryPor Lupita Vital Cruz

Recuerdo, con gran frescura la Semana Santa ó Semana Mayor en mi País, México. Ya desde el Miércoles de Ceniza, con las estaciones del Vía-Crucis, el ayuno, la abstinencia y el visitar a los enfermos y necesitados daba comienzo la Pasión del Señor. Todo cambiaba exteriormente, la comida, la creación, el comportamiento, la iglesia se vestía de morado y era la señal de que el luto comenzaba. Para alcanzar la paz interior se invitaba a las personas a asistir a charlas de reflexión llamadas ejercicios espirituales, (que aún se llevan a cabo). Se motivaba a ejercitar la penitencia y la oración. Se creía que solamente de este modo se podría gozar de la Pascua del Señor Resucitado.

En los Estados Unidos no tenemos este tipo de charlas, pero contamos con muchas otras formas de crecimiento espiritual. Cada parroquia en la Diócesis de San José California, se prepara durante la Cuaresma, con gran entusiasmo a celebrar la Resurrección del Señor, sus celebraciones son multiculturales y las representaciones de la Pasión del Señor son ya una tradición entre los jóvenes y los adultos. Se motiva a los fieles a la penitencia, oración y participación en eventos que hacen que se practique la justicia y la paz.

A pesar de vivir en una tierra extraña en costumbres y cultura, el pueblo inmigrante que sufre todo tipo de vejaciones se identifica con Jesús. El profeta Isaías ayuda a entender este modo de pensamiento de los pobres y marginados cuando dice:
¿Por qué es rojo tu vestido?
¿Quién es ése del vestido esplendoroso,
y de andar majestuoso?
“Soy yo que hablo de justicia
y soy poderoso para salvar.” (Isaías 63,1)

La Sangre Roja del Rey, es esplendorosa y nos salva. Esto es para el pueblo Hispano la identificación plena con el sufrimiento de la Pasión, por lo tanto el sufrimiento no asusta por el contrario se confronta con dignidad y se sublima.

El sufrimiento no es en vano, el Señor Jesús, nos lo demuestra en la cruz. En su agonía nos hereda su legado de amor para que podamos continuar con nuestro peregrinaje. Como inmigrantes conocemos muy bien este camino de la cruz. Por lo tanto debemos de agradecer analizar y convertirnos, al recordar las últimas palabras del Señor Jesús.
  • “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23, 34).
  • “En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23, 43).
  • “Mujer, ahí tienes a tu Hijo.” Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre.” (Juan 19,26).
  • “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” (Mateo 27,46).
  • “Tengo sed.” (Juan 19,28).
  • “Todo está cumplido.” (Juan 19,30).
  • “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” (Lucas 23,46).

¿No es acaso la Sangre Roja del Señor, la misma sangre de tantas personas que mueren al cruzar la frontera? Y de tantos millones de personas que trabajan día a día con sueldos de miseria, para traer el sustento a su hogar. Ojalá que en esta Semana Santa tengamos momentos de reflexión personal, para poder identificarnos con el Señor Jesús en la cruz, que es el mismo Rey vestido de rojo que el profeta Isaías nos menciona. Y esto es lo que identifica y celebra con fervor el pueblo Hispano el Viernes Santo. “La Sangre Roja de Jesús.”

(Los pasajes de la Biblia fueron tomados de la “Biblia Latinoamericana Edición Pastoral, Verbo Divino 1995).