martes, noviembre 06, 2007



Seguimos Hablando de la Santidad…
Por
Lupita Vital

El pasado primero de noviembre día de todos los Santos y Santas, tuve la oportunidad de asistir a misa en la Misión Santa Clara, en Santa Clara California. Me llamo la atención la homilía que el Presidente de la Universidad Padre Paul L. Locatelli, S.J. compartió con la asamblea en este día tan importante para todas las personas bautizadas y llamadas a la santidad.

El nos dijo; “que una vez él se pregunto como sería el crecer en una familia Italiana.” Su respuesta fue la siguiente; “crecer en una familia Italiana, y ser miembro de la primera generación, papá y dos hermanos, sencillamente hicimos santa a mi mamá.” ¡Y ella lo es!

El nos continuó diciendo. Que uno de sus tiempos más difíciles en su vida fue el 24 de enero del año 2003. Se preparaba para asistir a unas reuniones en la Capital del País, cuando recibió una llamada de su querida cuñada diciéndole que su mamá había fallecido temprano esa mañana.

Cuando nosotros perdemos a nuestros padres, esposo(a), y los amamos profundamente, nuestras mentes y corazones se hunden en profundos sentimientos de dolor, pena, tristeza, esperanza, maravilla y de amor.

Cuando tome el avión para llegar a casa, muchas preguntas daban vuelta en mi cabeza.


  • ¿Qué es lo que realmente creo de la muerte y la resurrección?


  • ¿Qué es lo que voy a decir en su misa?


  • ¿Podré decir algo que tenga sentido?


  • Y me seguía haciendo más preguntas tales como.


  • ¿Nuestras vidas en la tierra realmente están conectadas con el cielo?

Esta última pregunta me llevo a creer y decir que mi madre estaba en esos momentos ya en el cielo. Yo no necesitaba al Vaticano para que la declarará a ella santa. La forma en que ella vivió fue por el camino que Jesús nos enseño. La forma en que nosotros vivimos nos lleva al Reino de Dios, el cual da comienzo aquí en la tierra y termina en el cielo. El Reino de Dios está donde el amor prevalece. El nos dijo.

A Jesús le gusta decirnos quienes pertenecen al Reino de Dios, con esto nosotros prácticamente entramos a la comunión de los Santos(as). Dos historias confortan mi creencia de que mi mamá y todos nosotros estaremos en el cielo.

En el Evangelio del domingo pasado, Jesús nos narra la parábola del líder religioso y del recaudador de impuestos, ambos fueron al templo a orar.
El líder religioso le quería hacer saber a Dios que el no era como las otras personas, el le dijo a Dios, que era una persona buena que había vivido una vida limpia. El tuvo la arrogancia de decir que él no era como el pecador que estaba en la parte de atrás del templo.

El pecador, el recaudador de impuestos, de pie en la parte de atrás del templo oraba a Dios diciendo. “Señor ten compasión de mi soy un pecador.” El, no, el líder religioso, era santo en la presencia de Dios por las siguientes razones:

Porque él recibió misericordia del Dios misericordioso, necesitaba saber como ser misericordioso. El recibió el perdón de Dios, porque fue humilde y aprendió a perdonar.

El padre Locatelli, continuo con su homilía diciendo. El próximo domingo tendremos a Zaqueo, un recaudador de impuestos muy rico, un pecador ante los ojos de muchos. Zaqueo, recibió misericordia también de parte de Jesús por que fue generoso y compasivo, vio a Jesús como Dios, porque tenía un corazón limpio y por esto recibió la salvación. El también cuidó de la justicia y de ayudar a los pobres.

Muchas historias de Jesús, como cuando bendijo a los niños(as), cuando restauro la salud de Lázaro, o sana a la suegra de Simón, o los leprosos. Todas estas historias nos recuerdan como Jesús amaba a los que sufrían entre la vida y la muerte.

Jesús no enfoco a los líderes religiosos para que nos dijeran quienes eran los Santos(as). En lugar de eso, el escogió a personas ordinarias, no perfectas ante los ojos del mundo. Pero quienes son los que lloran la muerte de sus seres queridos y de los extranjeros, quienes los humildes en la relación de unos con otros, que saben como amar, no juzgar, que son misericordiosos. ¡Solo los de corazón limpio!

Vivir las bienaventuranzas es el camino en la tierra que nos comunica a la vida resucitada. El llegar a ser Santo(a) nos llevará a la vida que viene con la muerte.

Al reunirnos hoy, en oración, humildad y misericordia es un anticipo de nuestro llamado de entrar en comunión con los Santos(as) en el cielo. La comunidad nos lleva a la comunión de los Santos y de las Santas.

Esto es lo que yo creo, que mi mamá esta en el cielo y es una Santa entre los Santos(as). Y lo mismo les aseguro para todos sus seres queridos que han partido antes que ustedes con la muerte y ahora tienen el regalo de una nueva vida en el cielo. Hoy hacemos oración para que lo mismo sea para nosotros, solo que tenemos que vivir las bienaventuranzas que son la experiencia del anticipo del reino aquí en la tierra.

¡Que Dios nos bendiga en todos nuestros esfuerzos!