lunes, noviembre 16, 2015

"En el Adviento Demos la Bienvenida al Año Santo de la Misericordia"



“En el Adviento Demos la Bienvenida al Año Santo de la Misericordia de Dios”.


“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción.

 Los Salmos, en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: « Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia » (103,3-4). De una manera aún más explícita, otro Salmo testimonia los signos concretos de su misericordia: « Él Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta al caído; el Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados » (146,7-9). 

Por último, he aquí otras expresiones del salmista: « El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas. […] El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo » (147,3.6). Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.  

(Papa Francisco, Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, número 6.)
Preguntas para reflexión.

¿De qué forma revelo el amor de Dios a los que me rodean?
¿Qué experiencias de perdón he tenido en mi vida?
¿Qué significado tiene la Misericordia de Dios en la sociedad actual?

Lupita Vital C.
Directora del Apostolado Hispano
vital@dsj.org